Cosas aprendidas
- Cuéntame, Hilario, ¿qué ha sido de ti en estos años?
- Oh, maestro. Trataré de resumirlo.
He aprendido a hacer cosas, de forma física e intelectual. Ejercitar un deporte, leer libros, escribir cosas, ejecutar un instrumento musical.
He aprendido sobre la naturaleza, sobre la conformación de la tierra y la vida en ella, ciertos procesos de la vida animal y vegetal.
He aprendido miles de palabras, conceptos filosóficos, de las ciencias sociales, semióticos, algo sobre psicología, sobre política, sobre historia, bah… sobre cómo se construye, interpreta y acciona en la realidad.
También, maestro, he aprendido a elaborar materias y proyectos educativos, practicar la docencia y la formación.
He aprendido a ganar dinero. He podido sustentar mi vida con mi trabajo, producto de todo lo que he aprendido.
¿Qué le parece, maestro?
- Bien. Ahora, Hilario, vendrá una parte más difícil del aprendizaje.
Tendrás que explorar lo básico: las acciones, las formas, las palabras y los saberes comunes.
El sustrato de la vida humana.
Tendrás que aprender acerca del otro, para saber convivir.
El saber de un beduino
Una condición esencial de un ser vivo: encontrar, retener, cuidar el agua. Los pinches en un cactus.
Un saber esencial de un beduino: encontrar agua en un mundo de arena. Conocer y recordar por dónde fluye, dónde se le puede entrar a ese manto amarillo. Interpretar la realidad superior para saber qué pasa abajo, por dónde fluye lo importante, cómo se trama el agua allí abajo, donde los ojos no ven.
La vitalidad, la posibilidad de sobrevivir está allí.
Una realidad seca, que demanda un saber específico. Ver arriba pero saber abajo.
Anticiparse antes de morir en la hostilidad del clima. Encontrar el hueco. Hacer que el agua ascienda. Beberla, compartirla… y recordar, para no olvidar jamás.