Ya nadie va a comprar tu remera
Un departamento de Ciudad de Buenos Aires. Una pareja. Un sábado a la tarde de 2018.
- Hoy justo toca la Kermesse Redonda en el Konex.
- ¿Qué es eso?- Pregunta la piba.
- Son unos ex integrantes de Los Redondos que se juntan a tocar canciones de la banda. En realidad se llaman Los Decoradores y organizan la Kermesse Redonda.
- ¿Se separaron Los Redondos?
Al pibe le gustaban Los Redondos y hacía unos meses había pensado en hacer unas remeras con frases de la banda, lisas y con una frase de la banda en letra discreta. Sin imágenes, con poca carga de información. Había seleccionado un par de frases, las no tan conocidas, las menos vox populi. Luego se había caminado buena parte del once para buscar remeras de buen algodón, al menos no de las que te lijan el cuerpo. Con una diseñadora había definido la tipografía para las frases que irían a la altura del pecho y un pequeño logo ubicado en la zona alta central de la espalda: PR. Palabras Ricoteras. Le envió las remeras a un loco que estampaba, junto con los archivos en digital. Paralelamente mandó a hacer un sello con la PR para estampar en los sobres de papel madera en donde irían las remeras. Todo perfecto. Ya tenía todo en mano. Sesión de fotos con amigos, amigas y familiares que se coparon para lucirlas. Ahora, había que venderlas. Publicación en MercadoLibre, comunicaciones por Whatsapp y Facebook.
Una Kermesse Redonda en el Konex era una buena oportunidad para vender algunas.
- ¿Vamos? ¿Me acompañas?
- Sí.
Ya estaban metidos en el auto, andando y con las remeras adentro. Bajaron por Jean Jaures y doblaron en Sarmiento. Casi sobre la esquina había un claro sobre la vereda derecha para meter el auto. Suerte. Estacionaron, bajaron, miraron a su alrededor, la movida ya se estaba generando, gente haciendo el aguante, bebiendo algo. Sacaron las remeras y las pusieron en el techo. Con los pies en el cordón se apoyaron en el auto con el culo en la puerta. La piba miró para abajo y vio algo de guita tirada en el cordón. Más suerte.
- ¿Compramos unas birras?
- Sí
Expectativas. Empiezan a ofrecer las remeras. Algunos paran, les gustan, pero no hay mucha guita.
- Tengo sólo para el transporte y el escabio. Disculpá.
Mientras tanto a leer el ambiente, lo que es la venta en la calle. Identifican quiénes la mueven, cómo se organizan. Una tipa que anda vendiendo pulseritas y colgantes comienza a pasar cerca de los vendedores para avivarlos. Anda la policía dando vueltas con pocas pulgas y menos ganas de que se venda en la calle. Cuando se acerca el patrullero, pega el grito y a meter las remeras en el auto. Se van y otras vez las remeras afuera. Así durante una hora.
- ¿Compramos dos latitas más?
- Sí
Se va el auto que está adelante. No pasan 30 segundos que estaciona otro. Un Torino. El tipo abre el baúl y saca el saxo. Es Crook. Qué suerte.
- Hola Willy.
- ¿Qué hacé’?
- ¿Querés una remera? Te regalo una.
Achinando los ojos agarra un par. Lee sus frases. Con dedo índice y pulgar de ambas manos agarra una por los hombros y se la apoya en su torso.
- Esta me gusta, es vieja.
“Que un sueño acabó, ya te dijeron… pero no que todos los sueñitos, no”.
- Llevala nomás. Chau Willy.
No venden ninguna. Paralelamente continúan con la cerveza. La ecuación de ingresos y egresos monetarios no cierra. Anochece y la luz artificial adquiere un tinte azulado producto de los patrulleros estacionados en la vereda opuesta. Las remeras adentro, solo se quedan con dos en la mano como para mostrar. Se acerca la hora del recital. Ya todos van entrando. Empiezan a caer unas gotas. Algunos empiezan a correr por costumbre. Ya casi nadie en la vereda. Se destaca una mujer, caminando, algo dubitativa, con un papel en la mano. Se acerca.
- Vamos que vendemos una- piensan.
- Tengo estas dos entradas, ¿las quieren?
- Sí.
Meten las dos remeras en el auto y corren entre las gotas hacia adentro del Konex.
Pura suerte.
Dos situaciones de mi vida para conceptualizar algo
1) Se me ocurrió hacer un emprendimiento de remeras con frases de Los Redondos. Sólo la frase, sin imágenes, y que esas frases no sean tan conocidas. Entusiasmado, repasé las letras de la banda e incluso de la etapa solista de Solari. Seleccioné las frases, articulé con una diseñadora, luego con uno que estampaba remeras, me caminé medio barrio once buscando remeras buenas y a buen precio. Finalmente las hice. Ya las tenía. Hasta elaboré un sello que estampaba la marca en el sobre donde se entregaban. Había que venderlas. Uh. Toda una complicación: comercialización, marketing, comunicación. Ahí no pude seguir. Emboqué algunas a gente conocida, que me las compraba, intuyo, por lástima, como para darme una mano. Ahí están, en una bolsa. Hoy, gustosamente, las regalo. Más fácil y más placentero.
2) Publiqué un libro de relatos allá por el 2011. Años pensando, escribiendo, corrigiendo. Vínculo prolongado con la editorial, que era gente amiga, compañeros de Facultad. Participan dos ilustradores, me envían dibujos inspirados en los textos. Hermoso. Todo va sobre ruedas. Se edita el libro. Se presenta el libro. Se venden algunos en librerías, la gente lo compra de onda. Pero hay que salir a bancar, a ampliar el campo de ventas. Otra vez. Todo se me traba. Ahí están los libros en una caja.
El mito de Sísifo en diferentes variantes.

La inteligencia
Quizá la inteligencia, en su sentido acotado y sin aspiraciones de agotar el análisis, conste de al menos tres aspectos: uno sería el lógico y de razonamiento, la capacidad de pensar, de seguir un cierto procedimiento, abstraer, conceptualizar, para conectar, diseñar y proyectar cosas; otro sería el de la ética, refiere al sentido de esas cosas y su impacto en la realidad, es decir, qué valores posee de fondo eso propuesto y cómo afecta a las personas y al entorno; y un tercer aspecto es el del temperamento, la capacidad y determinación de llevar a cabo lo pensado, la realización y sostenimiento de cosas y proyectos.
De los tres aspectos o componentes, pongamos que del primero, sin caer en orgullo propio, poseo algo, un grado medio, pongamos. Del componente ético, similar. Pero carezco principal y certeramente del tercero: el temperamento, la determinación. Le falta una pata a la mesa. No puedo iniciar algo que requiera más de dos pasos. Pienso, diseño en mi cabeza y al proyectar la idea y concebir lo que habría que hacer, desmorono neuróticamente la iniciativa. No tengo temperamento para las responsabilidades, para sostener cuestiones en el tiempo que involucren muchas personas, para vender proyectos y bancarlos en el tiempo, todo se me hace muy serio.
Ante esto solo puedo iniciar cosas pequeñas, como un newsletter de textos que no demandan mucho esfuerzo de los componentes de la inteligencia. Pensar y escribir. Hasta ahí llego, y ya es un montón en mí.
“Soy el haragán de siempre”
Uh, este otra vez
Un sitio donde podés encontrar cosas para leer que pueden resultarte, en un principio, intrascendentes, pero en un segundo momento, también.
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