Espejos
Borges decía que los espejos eran abominables porque multiplicaban la humanidad.
Nora Cortiñas contó alguna vez que luego de ser secuestrado su hijo, dejó de mirarse al espejo por muchos años porque no podía resistir verse.
Alejandro Dolina comentó una vez que hay que desconfiar de los espejos y de sus fabricantes, porque puede que no estén reflejando de forma fidedigna la realidad.
La otra vez nos vi en un espejo de cuerpo entero.
Dolor de espejo.
Opciones al alcance de la mano: ver los espejos, asumir lo reflejado, desconfiar de ellos, no mirar los espejos, romper los espejos.
Alguien me susurra una alternativa: organizar los espejos de manera tal que se reflejen y multipliquen las pocas cosas lindas que suelen pasar.
Ánimos
La indignación no es buen vehículo, en lo personal y en lo social. Es una derrota, intelectual, anímica y política. La indignación no llega ni a la esquina. Se cansa, se ahoga a sí misma.
El enojo. Otra sensación. Puede traducirse o catalizarse en múltiples sustancias. En algún momento logré dejar de escribir enojado. Proteger el estado de ánimo, dicen.
Las manos invisibles de la vida me empujan a la indignación.
Alguien me susurra una alternativa: poner música, tomar esas manos y sacarlas a bailar hasta agotarlas.