Riquezas
Un montón de tipitos buscando oro. Tratando de justificar y salvar su vida. De cuclillas, arrodillados, sentados en una piedra en medio de un arroyo. Los pirquineros buscan el oro, para venderlo y que se lo lleven. Bien lejos, como para alejar la desgracia. Y vuelta a buscar. Cada uno en la suya, buscando el orito.
Pirquineros había en La Carolina, un pueblito de San Luis que tuvo su auge minero hace unos siglos y que el año pasado fue elegido como uno de los mejores pueblos de Argentina. Este año, para el mismo galardón, está preseleccionado Saldungaray.
El 24 de mayo el gobernador de la provincia visitó el pueblo con motivo de hacer entrega, entre otras cosas, de viviendas, recursos para el parque provincial y una combi para la escuela especial. En la entrega de viviendas, algunas personas lagrimearon. Cuando terminó el evento, los pibes de la escuela especial se subieron a la combi y se fueron tocando bocina y cantando. Al volver a casa ya estaban algunas familias instalándose en las casas. Había una nenita afuera de una de ellas, jugando con el perro bajo el sol otoñal del mediodía.
Nueva fauna
En los alrededores de casa se observa nueva fauna. Sigue estando la de siempre, con la cual empieza a convivir.
Ahora, lo nuevo. Hay unas aves, que hacen ruido al volar. Son drones, que se independizaron del control y optaron por hacer vida silvestre. Son cuatro o cinco drones que andan deambulando por acá. Comen bichos al vuelo. Todavía no bajan al pasto. Sólo árbol y cuanto mucho alambrado. Son mañeros todavía. Temen. Pero ya interactúan con otras aves, creo yo más para aprender y adaptarse rápidamente al entorno, que por una cuestión de afectividad. Las aves drónicas ya no filman. Miran. Ven para sí. Ya nadie las opera. Se autonomizaron del ser humano y parecen menos amenazantes que antes. La otra vez se me acercó una. Pude verla de cerca. Vi mover sus alas tenuemente. Parecía feliz por eso.
Nueva flora
En los alrededores de casa se observa nueva flora. Sigue estando la de siempre, con la cual empieza a convivir.
Ahora, lo nuevo. En el fondo de casa está creciendo cable. Principalmente cable del tipo electrónico. Buscaron la forma de eludir su extinción ante el desarrollo de las conexiones inalámbricas. Los humanos buscamos trascender, por qué no los cables. Cables vga, hdmi, canon, plug, cables de auxiliares y auriculares, crecen por ahí, como matas, formando islas, entre pastizal, gramilla y paja vizcachera. Por allá unos, por allá otros. Los dejo crecer y cada tanto corto algunos, sin arrancarlos. Hago ataditos y se los regalo a amigos que todavía cultivan la vida de cable. Además de para conexiones, se los puede utilizar para atar cosas, hacerse cintos, también para comer, ya sea hirviéndolos previamente o crudos en alguna ensalada. En casa hice un tender y allí mismo se posó un ave drónica.
Uh, este otra vez
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¿Quién lo escribe?
Hilario Capeans.