Hola,
Vamos con las partes 5 y 6. Son 10 en total.
Dejo link a las partes anteriores, por si te enganchás ahora o si querés releer.
El costo
5
La graduación llegó a los seis años de haber empezado. Los padres, una tía y dos primos fueron en colectivo a la ciudad, para presenciar ese momento. A la salida del examen, volaron un par de huevazos, harina y papel picado. Abrazo y llantos. Fotos y risas. Luego se fueron al departamento a que la graduada se sacara la mugre y a comer unos sanguches de miga con gaseosa y cerveza. Alquilaban un monoambiente contrafrente en Boedo, propiedad de una vecina del pueblo que se había comprometido de palabra a garantizar la permanencia durante toda la carrera. Fueron dos contratos de tres años. Ya bañada y cambiada, Melania se dispuso a comer y tomar un vasito de Quilmes. La charla rondaba menudencias del pueblo en la voz del padre y la tía, repasando un casamiento, una separación, la apertura o cierre de un comercio, un nacimiento. A Melania le fascinaba zambullirse y nadar entre nombres de personas, casas, familias, conflictos. Era un agua de pueblo que la sacaba de la ciudad y la cobijaba. Cada tanto hacía unas preguntas para que la tía y el padre profundizaran en el relato o para construir un puente a otra historia. Los primos metían bocadillo también, accedían a mucha información en la escuela. Un ruido de vaso la hizo salir del agua repentinamente. La tía y el padre callaron, los primos se silenciaron incorporando un sanguche a su boca. La madre golpeaba con un tenedor el recipiente de vidrio. Pedía un momento para entregar unos regalos. Del bolso de viaje sacó un paquete. Lo entregó a la graduada. Melania comenzó a despegar el papel. “¡Rompelo!”, apuró el padre. El regalo hizo su aparición: un maletín de cuero y carpincho ¿Sería imitación? “Fijate adentro, que hay más”. Melania metió una mano y tanteó dos objetos, rectangulares ambos. Sacó uno y rompió el papel: una libreta, con una lapicera en un lateral. Sacó el segundo y abrió el papel: una placa de bronce con marco de madera y la inscripción “Lic. Melania Prieto (UBA)”. La graduada levantó la mirada e interpretó una sonrisa. La roca cayó por la montaña nuevamente.
6
La noticia ya se esparcía por el pueblo. Unos mensajes de la tía, padre y madre a familiares y amigos, algún que otro posteo en Facebook e Instagram, servían como disparador. La hija de los Prieto se había recibido. Una nueva profesional con raíz en el terruño. En el portal de noticias se replicó la buena nueva. También en la radio aparecieron algunas salutaciones complementadas con pedidos de canciones.
Un interrogante acompañaba a la noticia: se quedará o volverá. “Está trabajando allá”, “Dicen que está cansada de la ciudad”, “Ya hizo experiencia en la ciudad”, “Acá tiene casa asegurada”. Esas variables que familiares y vecinos elucubraban también estaban en la mente de Melania. Y ahora, qué hacer. Podía seguir todo igual, trabajando en capital. De hecho, con el título en mano, o al menos en trámite, cobraría más. También se había hecho de una vida, una rutina que mezclaba lo laboral y social en una sustancia homogénea. Pero Melania sentía que había un contrato tácito, nunca hablado con su familia, en donde uno de sus artículos decía: “Melania Prieto va a ir a estudiar a la UBA y tiene que recibirse”. Esto lo había cumplido, e inmediatamente el contrato hacía aparecer un nuevo artículo debajo en relación al anterior: “Una vez finalizada su carrera de grado, la profesional deberá volver a su pueblo natal”. Y ella había puesto la firma ahí, en un contrato que hacía emerger un nuevo artículo a medida que cumplía con lo estipulado en el anterior. Algo nunca hablado, nunca expresado explícitamente podía funcionar como herramienta ética. Un lenguaje solapado, de gestos, acciones, charlas y hábitos enreverados en torno a la vida y al trabajo, habían tejido un relato de compromisos, entre los que figuraban recibirse y luego de ello, volver al pueblo. El dilema era romper el contrato o ratificarlo con la acción establecida. Y si lo cumplía, qué nuevo artículo aparecería.
Continúa la semana que viene con las partes 7 y 8.