Algo en que confiar
Confío en las cosas y personas que aún habiendo pasado un buen tiempo de vida y mudado varias veces de piel, me siguen gustando. Las celebro, porque las encuentro cada vez más grandiosas, más complejas, les descubro nuevas dimensiones y detalles. Me traen regalos: el aprendizaje y la sensibilidad. La emoción, la risa, el pelo erizado. Y las admiro porque soportan el tiempo, las circunstancias individuales y sociales. Son multicontextos. Todoterreno. Son anfibias. No se acotan a un rubro. Trascienden. Y las quiero porque además estoy seguro de que le hacen bien a mucha gente. Mejoran la vida. Eso es digno de festejar. Y agradezco, vaya a saber a qué o a quién, el momento en que las encontré, en años lejanos de mi vida o en más cercanos. También agradezco en la intimidad a quienes me las acercaron. Lo festejo como un gol. Me abro de piernas, medio agachado, con los brazos en gancho y haciendo fuerza mientras grito ¡¡Goooolll!! ¡¡Golazo chabón!! Y vos, en estos días, ¿qué festejás?
La tenacidad de las cosas 1
En el libro de temas de 3er año 2023 de la escuela en que trabajo hay una foto de Maradona pegada. Del tamaño de una figurita, como un amuleto en un lugar inusual. Un libro de temas de una escuela secundaria pública. Un Maradona joven, de rulos, con la camiseta de Boca y en control de la pelota con la cabeza. La incógnita: quién la pegó. La certeza: nadie la quitó en todo el año. Con tenacidad y algo de insolencia, dijo presente.
La tenacidad de las cosas 2
El colmo de un trompetista: a Chet Baker le rompieron la boca a trompadas en un trifulca y el tipo siguió tocando la trompeta.
A Yupanqui, según cuenta, le rompieron el dedo índice de su mano derecha con una máquina de escribir, un grupo de personas que lo secuestraron y torturaron. Siguió tocando.
La brutalidad pareciera haber magnificado la sensibilidad musical.
Los mesías actuales y los border
En Eisejuaz el personaje es un indígena. Un mataco. Siendo capataz en el aserradero y conductor/líder de una comunidad, recibe una señal del más allá que le indica una tarea y decide dejar todo por ello. Eisejuaz, libro de Sara Gallardo
En El Monje y la hija del verdugo, allá por el 1600 un monje es enviado a un monasterio remoto ubicado en los Alpes bávaros, lo que sería el sur de lo que hoy es Alemania. Allí la hija del verdugo, allí un deseo, una confusión que no se tramita de forma óptima y decanta en una señal del más allá que se traduce en una misión por parte del monje. El Monje y la hija del verdugo, libro de Ambrose Bierce.
En ambos hay una persona que se cree enviada por su dios a llevar a cabo una misión. Ser redentor de alguien, salvar a una persona en particular. En ambas situaciones, so pena de cuidado, de salvación y purificación, el enviado salva a la persona indicada, matándola. El redentor sacrifica para salvar. A su vez, ambos protagonistas, luego de dar muerte, mueren.
Nuestro aquí y hora. Alguien que se aduce mesías. Que recibe una señal. Un mesianismo que conjuga un economicismo eficientista y maxirrentístico, un nostalgismo decimonónico y una religiosidad de múltiples ramas. También se requiere el sacrificio de las personas a salvar por el enviado. Lo incógnito aún: desconocer el destino del mesías. Hay una racionalidad, particular, que habrá que interpretar y comprender para no ser sacrificado.
Otro elemento en común en ambos libros: la historia se ubica en territorialidades no centrales, se remarcan los márgenes, tanto geográficos como socioculturales. Allí sus personajes y sus circunstancias.
Quizá, en nuestro contexto y situación, de parias en nuestro propio país, este sea un elemento de esperanza y una estrategia política, comenzar y construir desde los márgenes, desde aquello desdeñado por los centros de poder, dejado en la mesa como basura, la parte maldita. Como planteaban, cada uno a su modo, Walter Benjamin y Jauretche, desde los bordes, en las fronteras de los paradigmas y a contrapelo. Seremos los border.

"Comprender una cultura es comprenderla a través de eso que queda allí, como al costado, como poco importante. Benjamin dice que para dilucidar cómo se han comportado los comensales no hay que verlos comer, hay que ver cómo dejaron la mesa una vez que partieron. No se comprende una sociedad abordándola desde sus líneas maestras, universales, sus evidencias, sino a través de esas zonas menores, oscurecidas, en sombras" (Foster).
¿Por qué se me aparecen cosas que siento de brujerías? Vengo tranquilo, pensando algo, luego aparece una cosa, luego otra cosa y zas, todas, misteriosamente, se vinculan.
En una entrega se habló del juego de las semejanzas, como una forma de encontrar vinculaciones, partiendo desde lo común como base para ir hacia lo diverso, como juego del pensamiento y el accionar.
Uh, este otra vez
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